jueves, 25 de noviembre de 2010

Se notaba demasiado que esquivabamos las miradas.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.


Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.



De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.



Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

jueves, 4 de noviembre de 2010

NO SÉ MUY BIEN SOBRE QUÉ PIERNA BAILO, A VECES ME AGARRA...

Quisiera saber si con tantos interrogantes, tendrás la respuesta al único que predomina en mi vida en éstos momentos. ¿Cómo llegué hasta acá?. ¿Qué pasó?, ¿cómo fue?, ¿qué hice mal?, ¿qué no hice?. ¿En qué momento se torció mi camino?, nunca imaginé sentarme frente al espejo y ver lo que veo hoy. NADA. Y que venga gente y me diga cuánto valgo, lo especial que soy, que la vida es mucho más que un par de decepciones, fracasos y desencuentros... a mi no me consuela. Y no me encierro en mi dolor, apesar de todo, sigo dando... y me siguen robando, y no me quejo de eso, yo soy feliz dando todo lo que tengo a quienes creo que se lo merecen. ¿Pero dónde está el limite?, hay que saber cuando parar... y yo no te hago caso, o en realidad es algo que me falta aprender, no lo sé hacer.

Efímero. Así es todo en mi vida, pasa como si no pasara. Llevaba en el cuello colgada, una mariposa, no sé si consciente o incoscientemente, pero lo representaba. Una mariposa de color naranja, que según google, unos de los significados del color naranja son la fortaleza y la resistencia. ¿Casualidad o causalidad?. Hoy llevo el simbolo de la paz, con todo lo que esa palabra representa. Obviamente, paz es una de las muchas cosas que me faltan, pero no por eso dejo de buscarla... o de esperarla.

Siempre que alguien se va, alguien nuevo llega o alguien no tan nuevo, vuelve. Y es un volver a empezar continuo. Un final sin fin. Y no sé qué tan bien me hace conocer o dejar de conocer personas, historias, corazones. El tiempo me lastima, el tiempo me hace mal... y no sabés cuánto. Porque fuera de esto, que es mi burbuja no tan burbuja porque todo entra, y se queda, lo bueno y lo malo... el tiempo se va y con él lo que pudo ser... a las circunstancias las boicotea el tiempo... A los sueños también.

Ahora deicme, ¿Hacia donde voy?. ¿Me quedo sentadito en el limbo como el tema, me acuesto con la vida a mi lado y me empiezo a morir o le arranco una risa a este guapo dolor?, como el otro tema. Tantos temas que ya me voy de tema. Tantas verdades, aún volviéndome loco con Crisis.*, necesito una sola nomás, una que me ayude a cerrar los ojos y no pensar más. Yo ya me siento en el fin, y no quiero saltar al vacío... pero también sé que si mañana no estoy acá, me va a dar igual... porque mañana no hay más que lo que hubo ayer y que lo que hay hoy. Y sé que no te vas a dar el lujo de negarme una frase, porque siempre te las robo... Sólo te pido un consejo más que por siempre deba recordar...

Porque hay un cielo que está mejor, dice el Indio... te obligan siempre a volar así... ametrallado a sopapos. Y va a llegar ese día en que se desvanezcan tus alegrías y esa llamita que, apenas sos, se extinga y de ella no quede nada...

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La Amante

A veces no hay explicaciones, simplemente sobran...


La blusa negra, un poco transparente, dejaba entrever su ropa interior. Los pantalones de cuero ajustados y las botas, que le regalaban un poco de altura, hacían que no pasara desapercibida. Estaba elegante y sobria, como debía ser.

La invité a pasar y le indiqué un sillón para que se sentara. Con una sonrisa tímida ocupo el lugar y con su voz cálida se disculpó por la tardanza. Había tenido que quedarse a trabajar hasta tarde. La entendí y por eso no le recriminé las dos horas de espera. Sabía lo importante que era para ella su trabajo, había perdido los mejores años de su vida en él, pero parecía que no le molestaba demasiado.

Nos miramos en silencio por un largo rato. La noté más sombría que otras veces. Había algo distinto en su mirada que no lograba descubrir.

Se incorporó, tomó dos vasos y sirvió lo primero que encontró en el bar. Me acercó uno y volvió a ocupar su lugar. Dejé el vaso en el piso, encendí un cigarrillo, y le pregunte si aún me amaba.

Tomo una actitud de resignación que me hizo sentir vulnerable, se le endurecieron las faccionesy un brillo extraño visitó sus ojos. Temí oír su respuesta.

Se acomodó en el sillón blanco y me miró fijamente mientras sus labios se movían despacio y casi sin voz pronunciaban un “aún te amo”.

Le sonreí y con la mirada la invité a la cama. La tristeza que había en la casa se podía respirar, ella seguía sombría. Se hundió tanto en su asiento que pareció que el sillón se la estaba tragando. Desde allí me dijo con la solemnidad, que era costumbre en ella, que esa noche venía a llevarme.

Le sonreí nuevamente, me incorporé, la tome de la mano y la arrastre hacia la habitación.